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Sinenmbargo; Ley y voluntad para proteger a defensores y periodistas

26 de junio de 2013

Miércoles 26 de junio de 2013

Pienso en esos formatos que eventualmente se firman cuando los pacientes van a entrar al quirófano para una operación de alto riesgo. Estos tiempos se han llevado a mis amigos Marisela Escobedo, a Quetzalcóatl Leija y a don Nepomuceno Moreno. Ahora, dedico buena parte de mi tiempo a impulsar la protección y la defensa de defensores. “Pero ¿qué trabajo es ese?”, me decía hace poco un viejo sabio en Sonora. Es tanto como si existieran unos bomberos para cuando los bomberos se quemarán. Y cuándo a usted lo amenacen, ¿habrá una nueva profesión que defienda al que defiende a defensores?

Tiene toda la razón esa lógica no está funcionando pensé. El único camino viable es que exista un fin a la impunidad en los asesinatos a periodistas y defensores. Que quien cometa un crimen contra ellos llegue en la gran mayoría de los casos ante la justicia y no al contrario, como ahora sucede. Los defensores y periodistas no son personas especiales o con privilegios sobre otras personas en oficios y profesiones diferentes, es claro.

Sólo debemos entender que como parte de su actividad distintiva está el investigar y eso los lleva a enfrentarse a poderes antidemocráticos asentados en los gobiernos y en su combinación con los poderes fácticos. Tanto si eres periodista como si eres defensor, tarde o temprano te vas a cruzar en el camino con estas amenazas, no hay de otra. Es por eso que la protección adecuada debe venir de la exigencia de la sociedad a los gobiernos. De la conciencia del valor de la función de estas personas.

Ley y voluntad para proteger a defensores y periodistas

Por: Jesús Robles Maloof - junio 26 de 2013

Decidí ser defensor de derechos humanos alrededor del año 1990. Desde que tengo memoria, conocí a quienes se dedicaban a la defensa de derechos humanos, algunos de los cuales quizá nunca se pensaron así, pero dedicaron su vida a luchar contra la tortura y a sacar de la cárcel a los presos políticos. Fueron pioneros de los derechos de lesbianas y gays, y dentro de los mismos movimientos sociales buscaban romper con la dominación machista.

En la década de 1980, esas luchas se articularon bajo el discurso de los derechos humanos. Años en los cuales una nueva generación de voces se alzaba con fuerza impulsados por hermanos de otros países, también llegaron dominicos y jesuitas refugiados de las guerras civiles en Centroamérica. Mi decisión era sencilla: ser defensor de derechos humanos prometía y lejos parecían quedar los tiempos de las desapariciones y la tortura sistemática. La prioridad de un régimen que se tambaleaba se había dirigido hacia la disidencia política. La izquierda política perdió a más de 700 militantes entre 1998 y el año 2000. Sabemos poco de ellos. Con Ovando y Valle, fueron asesinadas y desaparecidas cientos de personas que contribuyeron a la democracia y a los derechos humanos. Su propio heredero directo, el Partido de la Revolución Democrática, les olvidó.

El zapatismo también fue objeto de amplia persecución, desde los inicios del conflicto hasta la persecución de sus grupos de apoyo en todo el país. Mismo acoso que no se ha detenido hasta nuestros días. Digna Ochoa, Alberto Patishtán y Nataniel Hernández son ejemplo de que todo defensor cercano a las ideas zapatistas no podrá estar tranquilo no seguro.

Como suele suceder, con el paso de los años y entrado este siglo el régimen logró domeñar y adaptar a la disidencia política dentro de los partidos. La transición consistió de pasar de un lugar a otro, ninguno de los cuales se acercó a la garantía de los derechos humanos a pesar del entusiasmo vacío de Vicente Fox por firmar todo tratado de derechos humanos a su alcance. Así, en los últimos años, la violencia a quienes defendemos los derechos humanos nos ha alcanzado al grado de pisarnos los talones. Nunca imaginé que al escoger mi profesión, estaría firmando un contrato de alto riesgo.

Pienso en esos formatos que eventualmente se firman cuando los pacientes van a entrar al quirófano para una operación de alto riesgo. Estos tiempos se han llevado a mis amigos Marisela Escobedo, a Quetzalcóatl Leija y a don Nepomuceno Moreno. Ahora, dedico buena parte de mi tiempo a impulsar la protección y la defensa de defensores. “Pero ¿qué trabajo es ese?”, me decía hace poco un viejo sabio en Sonora. Es tanto como si existieran unos bomberos para cuando los bomberos se quemarán. Y cuándo a usted lo amenacen, ¿habrá una nueva profesión que defienda al que defiende a defensores?

Tiene toda la razón esa lógica no está funcionando pensé. El único camino viable es que exista un fin a la impunidad en los asesinatos a periodistas y defensores. Que quien cometa un crimen contra ellos llegue en la gran mayoría de los casos ante la justicia y no al contrario, como ahora sucede. Los defensores y periodistas no son personas especiales o con privilegios sobre otras personas en oficios y profesiones diferentes, es claro.

Sólo debemos entender que como parte de su actividad distintiva está el investigar y eso los lleva a enfrentarse a poderes antidemocráticos asentados en los gobiernos y en su combinación con los poderes fácticos. Tanto si eres periodista como si eres defensor, tarde o temprano te vas a cruzar en el camino con estas amenazas, no hay de otra. Es por eso que la protección adecuada debe venir de la exigencia de la sociedad a los gobiernos. De la conciencia del valor de la función de estas personas.

Por ello, diversas organizaciones de la sociedad civil propusieron una Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas que ayer cumplió un año de aprobada. ¿Una ley para un país en donde no se cumplen las leyes? Sí. El camino de la ley es el camino de la razón, es alejar de los caprichos de los gobernantes, al menos en parte, el rumbo del país.

Ayer, las organizaciones que impulsaron la citada ley mediante una carta hicieron un llamado al Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong:
«
Hasta el momento, pese a los esfuerzos de implementación, vemos con preocupación que existen graves obstáculos y fallas para su adecuado y eficaz funcionamiento. 1) Para que pueda accederse a los recursos asignados para la protección de personas defensoras de derechos humanos y periodistas, es necesario que haga usted lo conducente a fin de que se instale lo más pronto posible el Comité Técnico del Fideicomiso del Fondo previsto por la Ley; 2) Hasta hoy el Mecanismo no cuenta con todo el personal necesario ni con todas las áreas operando para realizar las actividades que se requieren para su adecuado funcionamiento, por lo que le solicitamos procurar que se dote al Mecanismo de los recursos humanos suficientes y asegurar su capacitación; 3) El Mecanismo ha carecido del respaldo político e institucional que requiere para su adecuada implementación a nivel federal, estatal y municipal…»

Finalmente solicitan:

« … lo antes posible una reunión con usted que permita buscar soluciones conjuntas para éstas y otras cuestiones inminentes respecto al funcionamiento del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.»

Quiero vivir en un país dónde los padres Prisciliano Peraza, Alejandro Solalinde y Tomás González, al defender a personas migrantes, cuenten con el apoyo y respaldo de la sociedad y sus gobiernos. Quiero vivir en un país donde a Juan Carlos Solís defensor de derechos humanos en Chihuahua quién investiga las estadísticas del feminicidio, no le llamen a su celular diciendo “a los preguntones les pasan cosas…”. Si quieres un país así, apoya esta ley y demanda la voluntad del gobierno para cumplirla.


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